Hispanófila, la revista académica de la Universidad de North Carolina en Chapel Hill para todo lo cultural y literario relacionado con las lenguas romances, dedicó su número 200 al completo a El New Latino Boom. Doscientas cuarenta y cinco páginas editadas por Oswaldo Estrada y Naida Saavedra con artículos y reseñas académicas que ponen el foco sobre la escritura en español de Estados Unidos en este primer cuarto de siglo.

Y yo aquí, leyendo, anotando, desmenuzando lo que significa y representa escribir en español de Estados Unidos. No hay nada como las académicas para acceder a nuevas y propositivas lecturas e interpretaciones de tu propio trabajo y de lo que estamos haciendo desde aquí las locas que escribimos en español a pesar de… todo.
En “Habitar el espacio: historias y crónicas del dislocamiento en el New Latino Boom”, Mayra Fortes González aborda las cuestiones de migración e identidad, del abandono del espacio que se habita y de los procesos de negociación de las identidades en movimiento en las crónicas del New Latino Boom, en este caso, mi colección de ensayo Nombrar el cuerpo, y las colecciones de mis compañeras de movimiento Keila Vall de la Ville (El día en que Corre Lola Corre dejó sin aire a Murakami), Pedro Medina León (Tour, una vuelta por la cultura popular de Miami) y Melanie Márquez-Adams (Querencia, Crónicas de una latinoamericana en USA).
Para Fortes González escribir en español supone un acto de resistencia. Y cito aquí: “Los autores inmigrantes que escriben en español se enfrentan así al dilema de situar su escritura dentro y fuera de los circuitos dominantes de producción artística. Como observa Cristina Rivera Garza, resulta más fructífero abordar ese dilema desde las prácticas discursivas del español dentro del contexto estadounidense que desde las políticas de identidad resultado de la inmigración (87). En este sentido, dice Rivera Garza, los autores migrantes latinoamericanos y sus obras conforman una suerte de epistemología ch’ixi: ‘una suerte de conciencia al borde o conciencia fronteriza… [una] zona de contacto que nos permite vivir al mismo tiempo adentro y afuera de la máquina capitalista, utlizar y al mismo tiempo demoler la razón instrumental que ha nacido de sus entrañas’ (87; énfasis mío)”.
Fortes González reconoce que “la experiencia migratoria está estrechamente ligada al cuerpo” y se centra en la experiencia del cuerpo migrado en Nombrar el cuerpo “a partir de la lengua”.
“La experiencia migratoria está estrechamente ligada al cuerpo. Literalmente, la migración supone el movimiento del cuerpo y su reposicionamiento en un nuevo espacio geográfico y cultural. En este “cuerpo migrado”, como lo describe la española María Mínguez Arias, se inscriben los significados y las experiencias del desarraigo. […] La obra de Mínguez Arias es una exploración sobre cómo habitar el cuerpo que lleva en sí las marcas de la historia y la inmigración, y donde los síntomas del (dis)locamiento se manifiestan en la enfermedad. Si la lengua es la manifestación de la corporalidad, como propone Keila Vall de la Ville, el español en Nombrar el cuerpo es el vehículo para este ejercicio íntimo y de reflexión que busca dar voz al cuerpo y entenderlo como un territorio donde se inscriben una multiplicidad de experiencias que dan sentido a la identiad”.


“El cuerpo de María Mínguez Arias, aunque marcado por un pasado español, es parte de y se identifica con el lugar en el que está, moviéndola a habitar ese espacio desde una posición doblemente periférica, inmigrante y queer, que se materializa a partir de la conciencia política”.
¡Le quedo muy agradecida a Mayra Fortes González por su artículo “Habitar el espacio: historias y crónicas del dislocamiento en el New Latino Boom” y su acercamiento a nuestros textos desde ese (dis)locamiento que es la migración! Aquí lo pongo a vuestra diposición con un escaneo muy DIY.

