La autora de Nombrar el cuerpo (Editorial Egales, 2022; elegida entre lo mejor del año en literatura LGBTQ+ por la revista Qué Leer) María Mínguez Arias firmó ayer en la caseta de la Librería Berkana en la Feria del Libro de Madrid 2023.
La autora vestía Balenciaga, perdón, pedimos disculpas, debemos de haberla confundido con otra… la autora vestía su uniforme más lésbico queer formado por el peto vaquero y las converse verde oliva y doradas que vestía en los 90, complementados con su chapa “I am perfectly queer” y sus inseparables anillos y pendientes de plata. Iba, como siempre, peinada de cualquier manera y se le veía feliz.
La firma la pudo haber arruinado la cagada de pájaro que le cayó encima cuando iba a firmar justo después de visitar la caseta de la Editorial Tránsito y que la maravillosa Donna le deseara “mucha mierda”. La mierda le cayó encima literal y se lo tomó como un buen augurio.
Cuando la firma de un tal Pablo Rivero se alargó más de la cuenta, la autora vivió en carne propia la atracción mediática de algunas personas. La autora firmó unos cuantos libros y contestó muchas más preguntas porque a los que iban a la firma de Pablo ni se les ocurrió pensar que en vez de librera esa mujer sentada a su lado pudiera ser autora. Cuando Pablo le contó que a él también le había cagado hace poco un pájaro encima, la autora se sintió mucho mejor.
Sin embargo, la verdadera historia de ayer es la de las personas que se acercaron a saludar, a que les firmara su libro o a comprar otro para regalar: familia, amigos y amigos de amigos, entre las que ya se incluyen la autora Mila Martínez y la fotógrafa María José García.
A la hermana de la autora se le ocurrió comprar unas cervezas, unas coca-colas y unas patatas fritas y montar un picnic justo en frente de la caseta de Berkana en un trocito de césped, y hacia allí fue enviando la autora a toda aquella persona que se acercó a firmar.
Esa es la verdadera historia de ayer. Cuando la gente se fue acercando a la caseta ya pasada la hora de la firma, no tuvieron más que mandarles al picnic de enfrente donde les esperaba la autora con una sonrisa en la boca y continuó la firma durante más de dos horas.
Esa fue la feria de María Mínguez Arias y va por ahí contando que no la cambiaría por nada.