Concluye la Feria del Libro de Chicago 2023

Hay mucho que reflexionar y celebrar. Iré compartiendo fotos e impresiones pero de momento me despido de esta ciudad y de esta Feria del Libro de Chicago 2023 que tanto me ha dado. A esta feria le he entregado un buen pedazo de mi vida este último año y ella me lo ha devuelto con creces. Gracias Chicago, gracias Maya Piña, Naida Saavedra, Carolina Herrera, y gracias a la escritura en español de Estados Unidos.

¡Seguimos!

La INTERSECCIONALIDAD de un libro

Los mensajes que me llegan por las redes sociales, los whatapps y correos que recibo a través de amigas y conocidas, las mini reseñas, las conversaciones y los corrillos de todas estas presentaciones y encuentros del último invierno en Estados Unidos y las dos últimas semanas en España, lo confirman: en Nombrar el cuerpo se reconoce tanto la mujer con el doctorado como la que no pasó de la educación general básica; tanto la lectora asidua como la ocasional; tanto la jubilada como la cincuentona, la estudiante universitaria o la de bachillerato; tanto la mujer que materna como la que no tiene ninguna intención de hacerlo; tanto la feminista como la que apenas está descubriendo esa palabra; tanto la hetero como la lesbiana, la bisexual o la mujer trans; tanto la blanca como la racializada; tanto la migrante como la que nunca dejó su tierra; tanto la bilingüe como la monolingüe… El hombre gay también se reconoce en su sometimiento por parte del patriarcado, y ¡hasta el blanco y hetero! que se acerca al libro por curiosidad y sale confundido y con ganas de releer porque sospecha que en él hay algo que, aunque no llega a entender, merece la pena “escuchar”.

Las mismas librerías y bibliotecas no saben muy bien donde ubicarlo y acaban etiquetádolo como narrativa, memorias, testimonio, ensayo, lgbtq+, estudios de género, teoría queer, feminismo, sociología…

Todo ello me tiene pensando en lo que para mí es el gran mérito de esta colección de textos, su interseccionalidad.

Esa palabra tan larga y difícil de pronunciar es uno de esos términos que llegaron para nombrar lo que nosotras ya sabíamos desde siempre, que nuestros cuerpos están atravesados por múltiples realidades que nos hacen quienes somos y que, aunque es verdad que no hay dos mujeres ni dos cuerpos iguales, ni todas contamos con los mismos privilegios ni estamos sometidas de la misma manera, todas tenemos cuerpos atravesados por realidades que nos permiten reconocernos como mujeres.

Con Nombrar el cuerpo (Editorial Egales/España y El BeiSmAn PrESs/USA, 2022) quise llevaros en un viaje de lo individual a lo colectivo y sistémico pasando por el cuerpo, y creo que lo he conseguido. My heart is full como dicen por aquí.

Gracias por leer.

Arranca el 2023

Para el año 2023 te deseo lecturas que te emocionen, que te inspiren, que te descoloquen, pero sobre todo que te acompañen. Y te invito a leer más autoras, más autoras trans, bolleras, bisexuales, queer… en definitiva, ¡más autoras disidentes sexuales y de género!

Soy la escritora María Mínguez Arias, autora de la novela “Patricia sigue aquí” ganadora de un premio ILBA en el 2018, y de “Nombrar el cuerpo”, la colección de ensayo en la que pongo el cuerpo para que no lo tengas que poner tú. Si te animas, allí, entre sus páginas, nos vemos este 2023.

El podcast Hablemos Escritoras cerró el año con una serie de buenos deseos de parte de algunas de las escritoras, traductoras… que han entrevistado a lo largo de los años. Estos fueron los míos para este año. El episodio entero se puede escuchar aquí Adiós 2022. Bienvenido 2023

Feliz año

FERIA del libro de Watsonville: leer y temblar en público

A la primera Feria independiente del libro de Watsonville, organizada por las intrépidas Mina Reyes y Joel Bernabé en la Central Coast californiana, llegué sabiendo que iba a temblar, lo que no imaginé fue la magnitud de los temblores ni que me llevarían a replantearme la logística del resto de mis lecturas.

Me diagnosticaron “temblores esenciales” (una enfermedad hereditaria y neurodegenerativa) a los 40 años. Desde entonces no he parado de temblar: primero me temblaron las manos y después progresivamente empezó a temblarme también el resto del cuerpo. Doce años después lo único que no me tiemblan son el cuello y la cabeza. Pero lo de habitar un cuerpo que tiembla en una tierra que tiembla ya lo nombro todo en el ensayo “Sismografía de mis temblores” incluido en mi útimo libro Nombrar el cuerpo (Editorial Egales/España y El BeiSMan PrESs/Estados Unidos).

Hoy de lo que quiero hablar es de lo que pasa cuando quieres compartir y promocionar tu libro en ferias del libro y otros eventos públicos. Quiero hablar de lo que ocurre cuando te da pavor hablar y leer en público y tienes temblores que se disparan con las emociones fuertes, como por ejemplo, el mismo pavor. Quiero hablar de lo que ocurre cuando la feria tiene lugar en el patio de un restaurante en un día frío; el frío, ese otro disparador del temblor.

Mi última lectura en persona fue en la Feria del libro de Chicago en octubre de 2019. Desde entonces y por circunstancias pandémicas todas mis lecturas y charlas han sido por zoom. Lo que significa que Watsonville iba a ser mi primera lectura en persona en tres años. Sabía que los temblores habían seguido su curso neurodegenerativo y contaba con que fueran más y más fuertes, por lo que la primera decisión que tomé justo antes de empezar a leer fue la de olvidarme del micrófono. En el pequeño escenario improvisado por Mina con un bello sarape de fondo no había silla, por lo que debía leer de pie y sujetando ambos, libro y micrófono. Sabía que necesitaría las dos manos para sujetar el libro, así que avisé que no pensaba utilizar el micro.

“¿Estás segura? ¡No se te va a oir!”, gritaron desde el fondo.

“¿Se me oye?”, pregunté con la voz más alta, profunda y dramática que puede improvisar.

“Se te oye”, volvieron a gritar. “¡Adelante!”

En el momento que pronuncié las primeras palabras las manos y los brazos me empezaron a temblar. Sin parar de leer y a medida que aumentaban los temblores, intenté mitigarlos probando con varias posturas: sujetando el libro con las dos manos e hincando los codos en los costados para contener el temblor de los brazos (esa es la postura que podéis ver en la foto de más arriba); apoyando el libro en el estómago; apoyándolo después sobre el pecho… Pero todas ellas resultaron inútiles porque el temblor siguió su curso implacable y se pasó a las piernas, sobre todo a la izquierda, que a estas alturas, como un pez fuera del agua, se agitaba descontroladamente. Me dije que estaba entre amigas (aunque acabara de conocerlas) y me repetí lo que ya me había ido diciendo a lo largo de la mañana en el coche camino de Watsonville: que si acababa de escribir un libro titulado Nombrar el cuerpo, debía de nombrar también el temblor en público, y no esconderlo ni disimularlo como había hecho hasta entonces. Escribir este post también es una manera de nombrarlo y de reconocerlo. En definitiva, de documentarlo.

Acabé la lectura como buenamente pude y me retiré a mi mesa con mi libro y una calma inmensa. Por primera vez en mi vida había leído cagada de miedo y temblando descontroladamente, pero sobre todo, había leído sabiendo que con cada espasmo estaba nombrando el cuerpo y ¡a eso había venido!

Cuando terminó la Feria, Mina animó a toda la que quisiera a volver a leer sobre el pequeño escenario. Yo me abroché la chaqueta, me puse los guantes, agarré mi libro y volví a leer. Esta vez poesía. Leyendo, temblando y sonriendo, celebré el cuerpo temblante. También concluí que no volería a esconder mis temblores ni a leer en público de pie. A partir de ese día juré que pediría una silla. Al fin de al cabo ¡los temblores se celebran igual de pie que sentadas!, ¿no?

Congreso El Mundo Zurdo 2022

Vengo de la chicanía y del mestizaje de la frontera. Llegué al Congreso del Mundo Zurdo de la Society for the Study of Gloria Anzaldua en UTSA – The University of Texas at San Antonio a vender libros con Aunt Lute, y a escuchar y a aprender de las hermanas chicanx, las mestizxs, las queer…

Soy la española que llegó pensando que no pertecenía. Y, sin embargo, me reencontré con antiguas compañeras de escritura y conocí a otras tantas más. De estos días nacen nuevas alianzas, se consolidan las de los últimos años, y se renuevan compromisos.

Entre paneles interdisciplinares académicos, de las artes, y los corrillos de la UTSA y los restaurantes de San Antonio, encontré también otra casa. Al calor y la hospitalidad, el compromiso, la audacia, el dolor, la rabia, la búsqueda y el cuestionamiento de todas estas personas me reencuentro también con mi escritura y mis raíces norteamericanas. Con mi abuela Margarita y sus hermanas, y su madre y su abuela, con esa genealogía de mujeres del suroeste de Estados Unidos de la que desciendo, y soy testigo de todo lo que “perdieron” por el camino. Los caminos del autoconocimiento no dejan de sorpendernos. Nunca imaginé que se podría trazar una línea directa de Aunt Lute a mi abuela Margarita, y sin embargo aquí está.

Gracias a la fundadora y directora editorial de Aunt Lute, Joan Pinkvoss, porque siempre supo que debía de ir, que pertenecía (hemos pasado una semana inolvidable), y a su compañera Cindy Cleary, las tres vivimos una semana llena de significado y risas; gracias por la hospitalidad y el cariño de Norma Elia Cantú (todo un honor asistir a la gala en conmemoración de todo su trabajo como chicana académica, fundadora de la SSGA, profesora, investigadora…), Elvia Niebla y Rita Urquijo-Ruiz. Qué maravilla de conversaciones con la propia Norma y luego Rita (me abrieron muchas posibilidades), Rusty Barceló (una enciclopedia andante de la historia chicana), Keila Vall de la Ville (después de dos años y medio pudimos abrazarnos, ¡seguimos! ¡juntas!), Imelda Martin-Junquera (aquí se cuece una colaboración), Gabriella Gutiérrez Muhs (seguimos trabajando desde el pacífico, looking forward to más conversaciones y proyectos querida), Inmaculada Lara Bonilla (en NYC o en Madrid, habrá reencuentro. Feliz de conocerte en persona y de caminar juntas), Alfredo Avalos (otro abrazo que hacía falta, lástima que no diera tiempo para más. Habrá que regresar a San Antonio), Romana Radlwimmer (nunca una alemana me había hecho reír tanto; querida, ese manuscrito sobre Lavapiés merece publicación), Rachel Yvonne Cruz (everyone, you need to know this, when you whistle at a conference lunch room you are inevitably summoning Rachel Ivonne, a force of music whose latest claim to fame is making Angela Davis dance the night before at Buena Vista Theater UTSA; it was a pleasure to meet you), L (what a wonderful chat, I am really hoping there will be more), Liliana Wilson (tus ilustraciones iluminaron la semana entera y captaron el ojo de toda la que se acercaba a la mesa de Aunt Lute desde esa portada de El Mundo Zurdo 😎).

Fue un verdadero placer ver, abrazar y hasta escuchar las lecturas y presentaciones (además de algunas de las personas mencionadas más arriba) a Ire’ne Lara Silva, Violeta Orozco, Octavio Quintanilla, Veronica Sandoval, Carolina Hinojosa… y cerrar el fin de semana en el estudio de Anel Flores, cuyo trabajo siempre quise ver en persona. Güau, Anel, it was an absolute pleasure to meet you and scroll on your annual Uptown Art Stroll San Antonio. Your work is powerful and bold and beautiful and vulnerable and real and… You inspire me to dig deeper. Gracias por crear.

Y sé que habrá más gente que se habrá quedado fuera de este post, pero no de mi corazón.

¡Seguimos buena gente! ¡Y regresamos seguro!

La ilustración que acompaña a este post es de Anel Flores and was hanging outside her studio.

Y por supuesto, ¡me traje libros!